domingo, 20 de septiembre de 2015

A ver, la ballesta no miro a Reeves. Oye, Superman, habíamos llegado a un punto de entendimiento muy bonito. Pensé que nos queríamos y tendríamos un tórrido romance en alguna tienda de campaña por ahí perdidos en...
Cállate, Max me espeta. Y vosotros, bajad las armas.
Los esbirros del Supercalzones de Acero le obedecen con cierto reproche, los cazadores son unos putos sanguinarios. Van de buenos en plan salvo humanos de los bichos malos y oscuros pero les encanta descuartizar criaturas. Como no es moral atravesar con una flecha la cabeza de tu vecino pues lo hacen con los vampiros. Aunque, pensándolo bien, si tu vecino no es humano...
En fin, odio tratar con ellos. Te dirigen siempre una mirada de superioridad, como si tú fueses la peor escoria del planeta mientras que ellos se encargan de librar a su inofensivo mundo repleto de subnormales del hedor que dejas cuando les hincas el diente. Reeves, además, es el típico héroe de película, el poli bueno y comprensivo, el marido ideal y padre modelo. Luego tiene detrás a esa panda de bestias contenidas, pero con él a la cabeza todos parecen muy buena gente vistos desde fuera.
¿A qué has venido? me pregunta, sus ojos azules desconfían de mí y yo no me fío una mierda de tener al los cafres de Daxton Rayner y Ruth Marsh detrás de mí armados con ballestas cargadas, que tienen las manos muy sueltas los dos.
Estoy aquí en son de paz respondo alzando las manos. Soy un enviado del Supremo.
Corta el rollo, Max.
Vale, vale me aclaro la garganta ligeramente. A ver, podría veniros con la versión oficial, pero me cago bastante en tecnicismos así que, en resumidas cuentas, estoy jodido. Los híbridos entre humanos y vampiros aumentan cada día más y ya sabes cómo se pone Allegra con esas cosas, tío está súper insoportable. Y ahora encima sale la Resistencia esa, ¿pero qué mierda, tío? ¿Sabes cómo se ha puesto Allegra? Vino a mi casa y por poco me corta los huevos, joder. Ella me ha enviado, dice que quiere colaborar con vosotros.
Dirás que quiere nuestra ayuda para cargarse híbridos y vampiros que no hagan lo que a ella le dé la real gana ironiza Ruth detrás de mí, yo podría contestarle algo pero esa tiene igual de mala leche que Allegra y tentar a tantas mujeres violentas no es bueno para mi integridad física.
Miro a Reeves, suplicante.
Escucha, es un buen negocio tanteo, vosotros os libráis de bastantes vampiros conflictivos y de una raza a la que todavía nadie conoce bien y que quizás resulte difícil de exterminar en el futuro. A cambio, nosotros nos mantenemos en nuestra posición de paz indefinida y nos metemos lo menos posible con los humanos. De lo contrario Allegra se pillará un rebote de la hostia, ordenará a Julius que libere a todos sus esbirros para que se desplieguen por todo el mundo en busca de los traidores y de esas abominaciones de la naturaleza que tienen como hijos y correrá mucha sangre.Y a mí en realidad me parecería muy entretenido si no fuese porque como eso pase yo tendré que estar por ahí dirigiendo legiones de chupasangres cabreados y eso me da mucha pereza. Yo si no puedo beber sangre tranquilamente y a mi rollo me altero. Me altero tío, tengo como una cosa en los nervios que se altera. Y no me quiero alterar Reeves, y sé que tú y los tuyos tampoco, así que vamos a hacer que Allegra no se altere para que el mundo pueda seguir siendo un coñazo estable y rutinario.
Ruth suelta un bufido.
Dios, Callaway, eres el vampiro más patético que he conocido en mi vida.
No confundas el patetismo con el carisma, chica le digo, mirándola de reojo. Aunque bueno, exigir que un intento fútil de cosplay crossoveado entre Buffy Summers y Lara Croft como tú entienda algo así es pedirle demasiado a las carencias intelectuales humanas.
Algo me golpea la cabeza con tanta fuerza que estoy a punto de caer al suelo, ¿pero qué mierda? Me llevo la mano a mi cabeza y observo a la muchacha, que todavía tiene la ballesta en alto. La muy puta acaba de atizarme con ella.
Vuelve a tocarme las pelotas, Callaway, y será una flecha.
Daxton, a su lado, alza la suya para apuntarme de forma amenazadora.
Joder, luego dicen de nosotros, pero estos sí que andan siempre sedientos de sangre.

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