jueves, 13 de agosto de 2015

Mikel nunca se queda en casa, no quiere ver al viejo volviendo borracho a las nueve o diez de la mañana, potando en algún jarrón lleno de colillas o dejándose caer en el suelo porque no puede ni llegar al sofá para dormir la mona. Hace mucho tiempo que se cansó de ver esa estampa y que terminó hasta la polla de liarse a hostias con aquel cabrón, así que para ahorrarse problemas se pira por ahí a pasar la noche en cualquier sitio. Siempre encuentra alguna cama, si no es la del motel en el que se folla a la piba de turno será la de su camello de la temporada. Vete tú a saber, Kiko nunca sabe por dónde anda su hermano, es él quien llama a la puerta del caserón medio en ruinas donde se criaron y le dice lo que van a hacer ese día. Mikel siempre sabe lo que hacer, es un no parar, le salen ideas por todas partes aunque sus planes suelen terminar con una nariz rota o una puñalada en el costado.
Loli le ha dicho muchas veces que su hermano no le hace bien, que un día terminará en la cárcel porque a pesar de todo Mikel es un hijoputa y un buscaproblemas. Kiko solo asiente, suelta algún gruñido de los suyos y paga lo más rápido que puede. A Loli siempre le paga porque no le gusta deberle nada,es una tía legal, en plan que se las da de madre y eso cayendo en la pesadez de vez en cuando pero bueno, mola. Que más allá de ser pesada pues está bien. Lo que pasa es que no aguanta a Mikel, y Mikel no la aguanta a ella, se llevan a matar muy a saco así que Kiko prefiere no tomar partido cuando se toca el tema delicado y punto. Loli tiene razón, su hermano es un mal bicho, pero es su hermano y en cierto modo lo único que le queda. Además, nunca lo han encerrado, estuvieron a punto de enchironarlo una vez pero Mikel dio la cara por él. En eso se porta.
Kiko siempre ha hecho lo que su hermano quería, a veces piensa que carece un poco de personalidad pero se la suda. Cuando Mikel no está tampoco tiene ganas de nada, no le sale irse por ahí a buscar líos, él no es así. Mikel le saca el carácter, lo lleva a locales, le presenta tías... esas cosas que hacen los hermanos mayores con sus hermanos pequeños. Si sabe dar buenas tundas y reventar dientes es porque Mikel le enseñó a hacerlo en su día. Es un cabronazo, pero se le perdona.
Ahora que el viejo está encerrado, Mikel ha vuelto a casa por primera vez en siglos. No se quedará mucho tiempo, cuando vea que se acerca el día temible, ese en el que su vejo saldrá del talego, entonces hará la del humo y punto, pero mientras tanto se ha agenciado el techo paterno durante una temporadita.
Kiko no piensa decírselo en la vida, claro, porque sabe que se ganaría la paliza del año, pero su hermano es igualito a su padre. Los dos tienen la misma puta costumbre de dejar las latas de cerveza tiradas por ahí cuando se las acaban, formando montoncitos en las esquinas y jugando de vez en cuando a ver si las vuelcan, como si fuesen bolos. También hace eso de quedarse hasta las cuatro de la mañana viendo la teletienda hasta arriba de whisky cuando no sale por ahí a meterse cualquier mierda, y se pasa la vida en gayumbos y camiseta de tirantes, coronándose el rey del castillo y dando órdenes sin parar. Otra de las cosas que le encantan a Mikel -y que su padre también adora hacer- es pillar a la peña esta que reparte cosas a domicilio y comerles todo el tarro para después acojonarlos. Ayer llamó a un japonés y empezó a llamarlo Jackie Chan. Es un capullo integral.
Cuando asusta al repartidor de turno se sienta en el sofá, abre lo que sea que haya pedido y lo olfatea para luego soltar algún comentario racista. Hoy ha pedido Kebab, así que nada más cerrar la puerta se ha dirigido a su hermano pequeño, ha escupido en la pila de la cocina dejando un esputo lleno de moco amarillento flotando sobre la superficie metálica y ha bufado descontento.
Estos putos moros de mierda suelta, tres putos cuartos de hora, y están en la puta esquina. Si llego a pedir en uno del centro qué, eh. Me cago en la puta los bollywoods estos de los cojones.
¿Bollywood no está en India? cuestiona Kiko, torciendo el gesto.
Mikel se agita un momento.
Lo que sea, qué más da.
Le tira el cilindro recubierto de plata, y él coge el suyo, abriéndolo para darle al instante un enorme bocado. Mastica la comida, la saborea algunos segundos y luego se encoge de hombros.
Bah, no está mal, a estos marrones se les da bien la carne concede, aparentemente satisfecho. No como la mierda que nos trajo el Bruce Lee ese el otro día macho, qué puta basura.
A los pijos les mola eso mucho, siempre lo comen.
Los pijos son unos maricones y comen puta basura responde con violencia. Veinte putos euros por un montón de arroz con salmón, me cago en mi estampa. Llego a saber que da tanta pena y le meto tal sopapo al chaval ese de los huevos que lo mando de vuelta a Pekín.
Creo que el shushi ese es de japón.
Kikita no te pongas tiquismiquis, anda, que ya pareces un perroflauta de esos que se quejan de todo.
Kiko se limita a encogerse de hombros, pasa de llevarle la contraria.
Una vez les pegaron a los dos porque Mikel empezó a insultar a una banda de latinos, les llamó de todo y por poco le rajan la garganta. Nunca tiene cuidado cuando habla y la gente ya no aguanta ciertas cosas. A Kiko no le gusta meterse en ese tipo de problemas, Mikel siempre lo llama nenaza por ello.
Oye Kikita, tengo una idea que alucinas comenta de repente, con la boca llena de kebab y la comisura de sus labios sucia de salsa. Me apetece mojar esta noche, ¿qué tal si nos vamos al bar ese guapo que han abierto en la carretera que va para Madrid?
El pequeño frunce el ceño.
Qué dices.
El Jonny me ha dicho que está bien, fijo que hay alguna putilla a la que hacerse.
Paso responde con tranquilidad, ve tú, a mí no me apetece.
A mí no me apetece se burla, poniendo una voz como afeminada, y en ese momento Kiko siente como algo se estrella contra su cogote. Mikel le acaba de dar una colleja de las buenas, todavía siente la mano contra su piel palpitante. Deja de decir chorradas, ¿hace cuanto que no la metes?
¡¿Qué coño haces?! el menor se lleva la mano a la nuca. Joder, cómo le duele. Estás gilipollas, que te den por culo.
Venga no te cabrees, deja de ser tan maricón Kikita, que ya tienes una edad. Vamos al bar ese y ya verás como se te van todos los males.
Que no me apetece, cojones. Tengo que empezar a buscar curro mañana.
Eh, no me vengas con esas, ¿qué dices de curro? ¿En qué vas a currar tú?
Se encoge de hombros.
No sé, el caracelga me ha dicho que le puedo ayudar con las motos un tiempo.
El caracelga tiene el culo como la bandera de japón, la última vez que lo metieron en chirona se lo pasaron por la piedra todos los presos del pabellón. Es un mierdas, no puedes trabajar para ese tolai.
Kiko no dice nada y baja de nuevo la cabeza, ahora que Mikel se encarga de poner patas arriba su vida está pensando en ganar algo de pasta. Pasta legal, claro, porque su hermano no tardará en liarla a saco nuevamente y necesita algo de fondos para poder ir tirando.
Tío, pasa de mí.
Entonces siente como el brazo de su hermano le oprime el cuello, es una vieja manía que siempre tiene, intentar ahogarlo. Lo coge con todas sus fuerzas y Kiko siente como se le oprime la respiración de repente, toda su sangre sube corriendo hacia el rostro y lo siente arder.
Intenta pegar a su hermano para que le suelte, pero este solo emite una de sus sonoras carcajadas, esas que parecen sacadas del infierno.
¡Suéltame, coño! ¡Suéltame!
Lo estoy haciendo por ti, hermanito le susurra al oído con voz paternal. Yo a tu edad mojaba todas las noches, no puedes mandar a tomar por el culo tus años mozos solo porque quieras integrarte en esta sociedad de peleles. Vamos a ir al bar ese, vamos a pillarnos dos buenos chochetes y mañana si quieres le comes la polla a tu amigo el caracelga, ¿estamos?
Lo suelta de repente, el aire que entra en sus pulmones lo hace revivir de nuevo. Jadea, intentando respirar lo más deprisa posible, devolver a su organismo todo el oxígeno que su hermano ha intentado quitarle.
Va, coge tus cosas que nos largamos.
Kiko mira a su hermano, se está acabando lo poco que le queda de Kebab con un par de mordiscos. Abre la nevera para sacar una lata de cerveza, la abre y le da un trago tan largo que de seguro se ha bebido la mitad de una.
¿Por qué tengo que ir? le pregunta, todavía intentando estabilizar su respiración.
Mikel lo mira y sonríe con un gesto que pondría los pelos de punta a cualquiera.
Porque lo digo yo responde con simpleza.
Se bebe lo que queda de la cerveza, dobla la lata y la tira por cualquier lado mientras se aproxima a la puerta de la casa.
Antes de salir mira a su hermano pequeño de reojo.
Venga vamos, conduces tú, que yo no tengo carnet.
Entonces suelta una risotada que retumba por las paredes de la estancia, no puede parar de reír. Kiko lo mira, entendiéndolo todo.
Loli tiene razón, su hermano es un hijoputa.

2 comentarios:

  1. Oye, Marine, me ha gustado mucho, los dos personajes me parecen muy interesantes y pienso que serían geniales para alguna novela, por eso me pregunto, ¿es un extracto de alguna?, ¿te lo has pensado?, ¿o sólo es un relato?

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    1. Pues eso es lo que llevo sopesando desde hace días, el qué hago con ellos. La verdad es que me gustan mucho -como protagonistas, claro- y había pensado en hacer una historia sobre sus vidas, sobre todo desde la perspectiva de Kiko y la influencia que su hermano Mikel tiene en él a lo largo de los años. Pero esto, lo que se dice esto, es tan solo un relato suelto que no pertenece a nada.

      Me alegra mucho que te haya gustado, llevaba bastante tiempo queriendo escribir algo así, que lo siento muy mío y de mi rollo.

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