martes, 21 de abril de 2015

-Eres un susurrador. 
-A mí no me vengas con rollos potterheads de la vida que ya no tengo edad para esas tonterías. 
-Se supone que este es el momento en que nos miras con los ojos como platos y pones cara de besugo para después preguntarnos fascinado lo que es un susurrador -observó Cyrus con esa indiferencia que caracterizaba a su voz. 
-Este chico es tonto -Séfora parecía desquiciada-, lleva un mes viendo muertos, un demonio mata a su padre delante de sus narices y ahora aparecemos nosotros divinos de la muerte haciendo todo el espectáculo de luces para que luego nos venga pasando del tema. Oye, que no es por nada, pero ya que hago la circa para que te convenzas del tema lo mínimo es poner un poco más de interés en el asunto, ¿no?
A Cyrus le aburría soberanamente todo aquel tema. Le aburría el chico de las narices, con su soberbia de quinceañero, su cinismo de adolescente alternativo y la cara esa de panoli que intentaba disimular con un gesto de mala leche pero que ni una metamorfósis completa podría quitarle. También le hastiaba el tener que soportar a Séfora con sus ataques de princesa destronada, sus berridos de histérica perdida o su manía por adjudicarse el mando en todo momento. Es que le aburría todo, había decidido trabajar en el Ministerio para no morirse del asco y aun así no encontraba ningún tipo de entretenimiento en nada de lo que hacía. Y ahora encima tenía que vigilar al niñato porque no les podía tocar alguien decente, tenían que  haberla cagado con un merluzo insoportable. 
-Que yo no veo muertos, eh -los señaló muy ofendido-, que son alucinaciones por la droga. Ya he dejado la marihuana pero el síndrome de abstinencia es lo que tiene. 
-Entonces lo que mató a tu padre no era un demonio de nivel 2, era una mariposa mutante -ironizó Cyrus-. Oye, a mí me gusta verte la cara tanto como a ti vernos a nosotros, pero es lo que hay. Eres un susurrador. Un susurrador imbécil, pero un susurrador. 
-Pero qué me estás contando. 
-Lo que oyes, y deja de hablarme como si fuese uno de tus congéneres que te saco cuatrocientos años, chaval -le espetó-. Dios, morir para volver a vivir la adolescencia, no puede haber un castigo peor que este. 
Séfora seguía mirando al muchacho como si estuviese contemplando las Siete Plagas arrasar su colección de americanas. 
-Deberías darnos las gracias por estar perdiendo nuestro valioso tiempo cuidando de tu insignificante persona. 
-Bueno, ahora la otra -Cyrus chasqueó la lengua-. Ya es suficiente tener que aguantar a éste en su faceta de hormonas rabiosas como para soportarte a ti haciéndote la digna. 
-Que no me insultes, eh -amenazó la chica, señalándolo con el dedo-, que tú eres un alma insignificante, no estás a mi altura. Yo pertenezco a una de las Doce Casas. 
-No, tu perteneces a la treceava, esa en la que meten a los paladines que han nacido con alguna tara para tenerlos cuidados pero bien lejos, para que no molesten. 
-Dios, ¡dejad de decir esas cosas! -estalló Ian- ¡Sois un par de lunáticos!
Tanto Cyrus como Séfora se voltearon para mirarlo, ambos enarcaron las cejas. 
-Oye perdona, cielo -la chica ladeó una sonrisa-, pero aquí el único que puede ver cosas raras eres tú. 
-De hecho, el único que nos está viendo eres tú -asintió Cyrus. 
-Y creo que a todos esos de ahí les está pareciendo un poco raro que le grites a la nada.
Séfora alzó la barbilla ligeramente señalando hacia algún punto por detrás de Ian, el muchacho se volteó y se topó con que varios transeúntes lo estaban observando. Algunos lo miraban con ese gesto de pena y algo de compasión con el que se mira a las personas desafortunadas, otros bajaban la cabeza, incómodos ante el espectáculo, mientras que unos cuantos se dividían entre la risa y el horror. 
-Puedes seguir pareciendo un loco -prosiguió Cyrus-, o puedes ser un buen chico y nosotros a cambio honraremos a todo el mundo con nuestra presencia física para que nadie piense que sufres algún tipo de psicósis. 
Ian lo miró, todavía estaba demasiado horrorizado por la situación. Todo el mundo lo miraba, todos pensarían que estaba mal de la cabeza. Seguro que con la muerte de su padre la mayoría le tenían pena, pobre chico, seguro que se había quedado tocado después de algo tan violento. Pobre criatura, tan joven y ya echado a perder. Las voces se agolparon en su mente, taladrándole el cerebro y pasando por encima de su cráneo como si fuesen apisonadoras. 
-Bueno, eso lo dirás por mí -Séfora desvió la mirada hacia su acompañante-. A ti habrá que buscarte un cuerpo. 
Olvidándose totalmente de Ian, Cyrus gesticuló una mueca de desagrado. 
-Oh, no -gimió-, qué pereza. 

2 comentarios:

  1. Te amo, es tan placentero leerte! Buena vida!

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  2. Me he ahogado de la risa XDDDDDD!! Pondrás esto algún día en wattpad?

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