domingo, 11 de enero de 2015

Estaban totalmente en blanco, sin saber qué sería de sus vidas. Habían llegado al límite que puede alcanzar una persona todavía demasiado joven para enfrentarse al mundo pero lo suficientemente adulta para darse cuenta de los peligros que acarrea la jungla desprovista de caminos en la que les habían metido sin consultarles. El futuro no tenía opciones claras, no venía con el manual de instrucciones que parecían vender los anuncios de la infancia, prometiendo una playa paradisíaca si se hacía lo correcto o un callejón oscuro si se tomaban malas decisiones. La verdad es que no existían opciones seguras, todas eran cuerdas tensadas en mitad de un precipicio que estaban obligados a cruzar, y aventurarse en él era firmar un contrato en el que nadie te aseguraba que no fueses a resbalar cayendo por el vacío. 
Hay que vivir el ahora dijo Jimmy apurando el porro.
Las estrellas parecían sacadas de una película, un cuadro inimaginable cuando se provenía de una gran ciudad como Nueva York. Revy pensó en lo irónico que resultaba todo aquello, en tener que largarse al desierto para contemplar un paisaje tan hermoso. Allí, en medio de la nada, con los coyotes abriendo sus fauces ambientas y las serpientes agitando sus cuerpos repletos de veneno uno podía sumergirse en un océano negro repleto de luces que indicaban el camino, mientras que en una gran ciudad, rodeado de comodidades y arropado por la gente, era fácil sentirse perdido entre tantos rostros desconocidos y opacos, incapaces de emitir ningún tipo de luz. Quizás esa era la respuesta, puede que el peligro fuese realmente lo que llevaba al ser humano en la dirección correcta y la estabilidad lo sumiese en un hastío desorientado que lo consumía poco a poco. ¿Sería la evolución una forma de muerte en vida?¿Serían los avances una catapulta hacia la perdición del espíritu? Ella había dejado de pensar en aquello hacía mucho tiempo, justo cuando se percató de que Santa Klaus era un cuento y el Hada de los Dientes una simple historia de viejas. 
Todos quieren que vivamos el mañana, ¿pero qué tipo de futuro nos espera si no vivimos el presente? Nosotros somos el pasado, y el pasado será nuestro presente hoy cuando amanezca mañana, ¿qué cojones recordaremos mañana si no hacemos algo hoy?
También hay que pensar en las consecuencias que nos traerá el hoy para el mañana, ¿no te parece?
Revy le robó el porro, quería terminárselo. La hierba de Jimmy era muy buena y le apenaba que ya estuviese a punto de terminarse, apenas le quedaban unas cuantas virutas del cogollo que llevaba cuando se conocieron días atrás. Seguro que no conseguiría algo mejor en meses, la marihuana podía ser cara pero eso no siempre iba ligado a la calidad, y la de esa sin duda era de las mejores. 
Vamos a coger a ese capullo por los cojones, nos dará la pasta y nuestro mañana será la puta hostia. Eso es lo único en lo que debemos pensar. 
Revy hizo una mueca de disgusto, las últimas caladas de los porros siempre eran los peores, el tabaco y la maría se concentraban justo en el final y el aire salía mucho más caliente que al principio, provocando un ardor molesto en la garganta. Intentó mantener el humo el mayor tiempo posible en su interior hasta expulsarlo rápidamente. Qué asco, el sabor a esas alturas era horrible, como de quemado. 
Me encantaba ese tío cuando era una cría, ¿sabes? Era muy fan de las pelis esas de los ochenta en las que hacía de rebelde sin causa, él y Marty McFly fueron mis primeros dos grandes amores. 
La diferencia entre los dos es que Michael J.Fox lleva casado treinta años, tiene hijos y es una persona decente, mientras que el capullo de Fante se dedica a follarse crías que no estaban ni en periodo de gestación cuando hizo aquellas pelis de mierda. 
No te metas con sus pelis, a mí me gustaban. 
Eran unas pelis de mierda, y la serie que hizo después de esas bazofias todavía era peor. Una puta comedia políticamente correcta de los noventa, puta bazofia heredera del American Way of Life, opio para subnormales. 
Revy dejó que el porro se deslizase desde sus dedos hacia el suelo y empezó a reír de forma histérica, le encantaba aquella hierba porque la ponía de buen humor. A veces los porros la inhabilitaban durante horas, otras le daban sueño pero si había suerte y la mercancía era de calidad, entonces todo le hacía mucha gracia y no podía dejar de reír ni un solo momento. Las palabras de Jimmy le habían sonado inusualmente cómicas sus carcajadas le brotaban directamente del pecho sin opción a detenerlas. 
Tía, que es verdad Jimmy sonrió, él también estaba divertido sin entender muy bien por qué. Esta es una oportunidad cojonuda, seguro que puede darnos veinte de los grandes. Diez para ti y diez para mí, con eso tendremos suficiente. 
Revy intentó sosegarse y miró a su compañero de viaje con los ojos llorosos y la risa todavía danzando en su boca. 
Esto es una puta locura, James. 
Él sonrió de oreja a oreja, tenía un gesto de niño travieso cuando lo hacía. 
Las locuras de hoy serán los éxitos de mañana. 
¿Eso es de Marx o qué?
Eso es de James T. Pratchet. Marca registrada. 
Revy volvió a reír, Jimmy se le unió al concierto y ninguno de los dos pensó más que en disfrutar de aquel momento. Quizás la única forma de abrir camino entre las hiedras venenosas y sortear a los animales salvajes era volverse loco durante unos instantes. 

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