lunes, 8 de diciembre de 2014

-Les estás ofendiendo. 
Ray se voltea hacia Fito, que lo traspasa con esos ojos verdes suyos de aspecto felino. Cada vez que lo mira siente que está siendo observado por una especie de gato callejero, un animal tan seguro de sí mismo que no hace distinción entre gigantes o enanos, pues se da el lujo de mirar a todo el mundo desde lo más alto y sin restricciones, como si él se supiese rey de todo aquello que le rodea y no estuviese dispuesto a agachar la cabeza jamás, ni siquiera ante una revolución. 
El joven se ve obligado a apartar la vista, no puede sostenerle la mirada demasiado tiempo, se siente demasiado incómodo. Vuelve a observar el exterior, sus vecinos se protegen de los rayos del sol por una sombrilla con el logotipo de Amstel y hablan a voz en grito sin darle importancia a que el resto de los parroquianos puedan enterarse de sus intimidades. 
-¿Por qué lo dices?
-Porque son chuchos, por eso. 
Ray mira a Fito sin entender a qué se refiere, el dueño del bar pone una cerveza con la gracia de los años y la habilidad de la práctica y se acerca de nuevo al recién llegado con ese aire elegante y desganado que lo caracteriza. 
-Esos chavales de ahí y la mayoría de los chicos como ellos son chuchos, perros. Gente de costumbres, personas con sentido de manada. Este es su territorio y tú eres el nuevo, cuando un animal nuevo llega al territorio tiene que agachar la cabeza e intentar ser bueno con la manada, si no lo hace entonces la manada se cabrea. ¿Captas lo que te quiero decir?
-Oye mira, a mí me parece muy bien que os vaya el rollo cultureta y todo eso, pero yo llevo trabajando desde los dieciocho años y no estoy para que me apabullen con tonterías de niñatos. Soy un tío educado, pero de ahí a tener que bailarle el agua a nadie...
-Joder, nano, mira que eres tonto -bufa Fito con exasperación-. Que te sientes con ellos y te tomes unas birras, que no es tan difícil. Además, te conviene estar con ellos de buenas, tienen una mala hostia que no le deseo a nadie. Son mala gente. 
-¿Mala gente?
-Tocahuevos y tal, ya sabes. 
No hace falta que se lo jure, solo lleva una semana en el piso y ya ha escuchado al menos una decena de broncas a través de la pared, por no hablar de la música que se filtra por la terraza a altas horas de la madrugada. Menos mal que coge muchos turnos nocturnos y por norma general nadie le perturba el sueño, porque sino estaría ya desesperado. 
-No te ofendas, pero no soy muy de bares. 
Fito sonríe dejando ver todos sus dientes, tiene un colmillo más largo que los demás que agudiza su aire animal. 
-No eres muy de bares, eh. ¿Y de qué eres?
-No sé -se encoge de hombros-. Prefiero quedarme en casa haciendo mis cosas y eso. Cuando salgo voy a discotecas y tal. 
-O sea, que eres un hamster, eh. Qué lástima. 
Ray comienza a replantearse seriamente si no está hablando con un zoofílico en potencia, porque tantas metáforas con animales comienzan a resultarle perturbadoras. No obstante, ese adjetivo acaba de sembrar en él la duda. 
-¿Un hamster?
Fito chasquea la lengua y le da la espalda, tiene una pila enorme de vasos por lavar y ha decidido ponerse a ello en ese instante. 
-Sí, una rata a medias, una semi-rata -responde-. Los humanos somos ratas después de todo, una plaga enorme que se ha apoderado de la tierra y que se lo come todo. Transmitimos enfermedades, destrozamos todo lo que pillamos y somos un tanto desagradables.Hay muchos tipos de ratas, claro está, pero todas son un poco salvajes después de todo. Menos los hamsters, esos van de ratas y no llegan ni a cobayas. 
-¿Sólo porque no voy a un bar? Creo que te estás liando un poco, eh. 
-Porque no vives una mierda, coño -se gira y lo mira de arriba a abajo, muy seriamente-. Tienes veinticinco años y aquí estás, pidiendo un café para llevar y leyendo el periódico. Te has alquilado un piso para ti solo y te has rendido a las frivolidades como los objetos decorativos del Tiger o los muebles impersonales del Ikea. Llevas una colonia que debe valer la mitad de mi sueldo y vas de barato por la vida pero tu ropa vale casi tanto como tu alquiler. ¿Pero qué coño haces, Ray? Deja la jaula y vive un poco, tómate una cerveza en un puto bar, vete a una discoteca en la que no tengas que pagar y compra alcohol barato que te destroce el hígado. Deja de comportarte como un viejo. 
Ray se ha quedado boquiabierto, no sabe qué decir, captó desde el principio que Fito podía llegar a ser muy directo pero esa radiografía interna que le ha hecho en un momento es algo que realmente no se esperaba. 
-Mira, chaval -el dueño del bar apoya sus brazos en la barra-. Las ratas de casa siempre están solas, y las de cloaca se pierden en la ciudad. Las que habitan en los estercoleros se ponen como focas y acaban muriéndose de calor en agosto. Pero las ratas de bar... Las ratas de bar siempre van allí dónde puedan juntarse a comer. Deja de ser un puto hamster y sal a la puñetera calle. Si no comes carroña ahora, ¿Cuándo cojones piensas hacerlo? 

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