jueves, 29 de enero de 2015

Alphred tiene un principio de trastorno bipolar, es pronto para identificar qué tipo pero yo apostaría por la ciclotimia.
Y las palabras caen como una bola de demolición, destruyéndolo todo de arriba a abajo, iniciando un sufrimiento que no cesará hasta llegar a los cimientos. 
Jeffrey intenta mantener la compostura. Por orgullo, por apariencia. En realidad no lo necesita, podría mostrarse afectado e incluso emocionado, delante de Riley da un poco igual. Pero no lo hace, ni siquiera estando delante del hombre que conoce todos sus secretos. Jeffrey decide que lo mejor es hacer como si nada, los muros cuestan mucho trabajo y sería una estupidez derribarlos sin motivo. 
Riley se voltea hacia él y sus ojos no ocultan esa mezcla de dolor y preocupación que se amasa en sus entrañas. 
Tenemos que someterlo a un escáner inductivo. 
No voy a permitir que metas su cabeza en ese casco de mierda le espeta con desprecio, masticando cada una de las palabras con asco. Podrías dejarlo sin memoria, o volverlo subnormal. ¿Sabes los riesgos que tiene esa cosa? 
Tiene más riesgos que siga desarrollando la enfermedad. Si los síntomas empeoran Alphred estará condenado toda la vida. 
Riley sabe que Jeff no cederá, es un cabezota sin remedio. La sola idea de poner en peligro al chico lo activa peligrosamente, tentando a su volcán interno para estallar de repente llevándoselo todo por delante. 
Puede tomar medicación como hace todo el mundo. 
Sí, y puede guardar ese estigma para siempre Riley endurece la mirada. Jeff, el escaner inductivo es la mejor opción que tenemos.
Pero Jeffrey no dice nada, sus ojos verdes se han apagado totalmente, adquiriendo ese tono glacial capaz de helarle hasta el tuétano. 
Sé de lo que estoy hablando tantea Riley. La bipolaridad...
Su padre también lo tenía, ¿no? Jeffrey parece inmerso en su propia mente, a kilómetros de distancia. Su voz se oye lejana y hueca, como si hablase desde el fondo de un pozo abandonado. 
Sí, también era maníaco depresivo asiente Riley, contagiado por esas ansias de viajar que tiene su amigo y perdiéndose también en los parajes más ocultos de su memoria. Lo heredó de su madre. 
Debía ser toda una fiesta convivir con ellos dos juntos. 
Riley resquebraja un amago de sonrisa. 
A veces tenían épocas de crisis al mismo tiempo el rostro del médico de repente parece terriblemente cansado. Era como encontrarse en el ojo de un huracán de fuego en pleno infierno. 

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