sábado, 5 de julio de 2014

Danny se ha cargado el columpio. Justo ahora, ya. No me preguntes cómo cojones se acaba de cargar un puto columpio hecho a prueba de niños inconscientes e hiperactivos que oscilan entre los seis y once años, pero lo ha hecho.Mientras Helena se lleva las manos a la cabeza, seguramente lamentándose por la destrucción de un servicio público que cuesta un dineral común, yo bostezo ligeramente y rezo interiormente para que no pase la policía, no ahora.

Mi mejor amigo está tirado en el suelo, y seguramente se habrá hecho un par de moratones, pero ni Helena ni yo le prestamos atención. Nos da mucha más pena ese pobre columpio para niños que se ha visto violado y destrozado por un tiarrón de dieciséis años que sobrepasa el metro noventa y va tan borracho que se le ha olvidado el aprecio por su vida. 

Pobre columpio, el parque tiene pinta de haber sido construido para ganar votos en la derecha y encubrir gastos públicos con chorradas como esta, el columpio no debía sobrepasar los dos años de vida. Fue valiente mientras duró. 

De puta madre. Claro, como a ti te da igual que tus padres tengan que pagar un dinero para gastos del ayuntamiento, pues vale... 

 Helena va a entrar, dentro de nada, en uno de sus estados de histeria post análisis de situación moralmente cuestionable en asuntos políticos. Que tu mejor amiga sea una loca de la política que se pasa la vida enviando cartas al Gobierno con críticas devastadoras y bastante ofensivas sobre los métodos de actuación económica está bien, no sé, nunca falta un tema de conversación con ella. Pero en momentos como el que estamos viviendo ahora, y con un par de chupitos de más, la cosa no es tan fantástica. Sobre todo porque Helena furiosa tiene el poder de Hulk y yo no voy a ser suficiente para detener su ataque homicida hacia Danny.

El protagonista de éste intento de película de terror que no llega ni a serie Z se incorpora lentamente, con una pose muy dramática. Apoya su mano derecha en la frente y se echa el pelo rubio hacia atrás. Me encanta cuando Danny se pone en plan victimista, le pega tan poco que es sumamente caricaturesco.

Tío... menuda hostia. 

Hostia la que tienes en la cara le espeta Helena ¿Qué narices estabas haciendo, imbécil? 

Ahora Danny soltará alguna burrada.

Desafiaba los límites de lo imposible y de la ciencia física. 

Como esa. 

Y ahora Helena le pegará una colleja de narices. 

¡Pero tú estás puta loca o qué cojones te pasa!

Ahí está. 

Bien, éste es el momento en que yo me levanto del pony extraño en el que llevo sentado como media hora, recojo lentamente, sin prisas, la litrona del suelo y le doy un trago. Observo con aburrimiento la escena que se sucede ante mis ojos y, a continuación, me acerco al lugar de los hechos y le digo a Danny con mucha calma: 

 Tío, te quiero, pero eres muy subnormal.

 Le doy otro trago a la litrona y agito la cabeza, mirándolo con aburrimiento. 

Nosotros somos así, un poco clásicos, por eso siempre seguimos el mismo guión. 

Joder, todas las noches igual, es que manda cojones la cosa. 

1 comentario:

  1. JAAJAJAJAJAJA me encantan estas historias de verdad que son la bomba

    ResponderEliminar