sábado, 22 de febrero de 2014

Dicen que los psicópatas se caracterizan por un complejo narcisista y la carencia total de empatía. Tampoco creo que los diagnósticos sean muy fiables, he leído distintos rasgos que provienen de diversos teóricos acerca del tema y cada cual opina una cosa distinta. Pero en cualquiera de los casos, a veces pienso sinceramente que tengo algún tipo de trastorno.

Tampoco sería mi culpa, la cordura en mi familia es un milagro del cielo.

Claude me ha quitado el mando de la televisión, es un imbécil. Ser el pequeño de siete hermanos puede resultar un verdadero incordio. Toda la ropa vieja te la dan a ti, nunca te compran juguetes nuevos y lo más seguro es que tus padres se pasen la vida recordándote que cualquier cosa que hagas ya la habrán hecho tus hermanos antes, así que debes ser mejor. Y ser mejor que una o dos personas resulta factible, pero superar a seis es estadísticamente una putada. Ser el pequeño es una mierda, pero ser el segundón sí que debe frustrar.

Claude es un segundón, y tiene agriado el carácter por ello aunque no lo admita. A mí me parece patético que con treinta tacos todavía ande con esos humos, yo tengo quince y parezco tres veces más maduro que él.

Pero bueno, tampoco se le puede pedir mucho a ninguno de mis hermanos mayores, los óvulos y espermatozoides con cromosomas pro intelectualismo se reservaron durante años hasta que me engendraron a mí. La estupidez es el lema de la casa Andersen.  

Otros rasgos de los psicópatas son el exceso de autoestima y el complejo de superioridad.

—Esa serie es para subnormales —observo con desdén, Claude tiene el gusto en el culo para estas cosas.

—Pues entonces haces bien en verla —me suelta. Nunca me ha soportado, algún día seré una especie de Bill Gates forradísimo de parta y le daré con un canto en los dientes al gilipollas de mi hermano.

Otro rasgo psicópata: las aspiraciones de grandeza utópicas o poco realistas.

Bufo con fastidio. Hoy hay comida familiar, y eso significa que dentro de un par de horas estaré en una mesa atestada de chimpancés berreando y fingiendo tener una clase que brilla por su ausencia. En ocasiones pienso que mi familia atenta contra las teorías darwinianas, lo único que me compensa es que ha venido la abuela Adelle, y con ella se hace todo más ameno.

Mi abuela es la única persona que me cae bien dentro de mi familia, quizás porque me reconoce como el más inteligente, o puede que sea por su adicción al vodka. Yo creo que mi simpatía hacia ella recae en la horda de improperios que siempre suelta antes de los postres, mis padres se sienten tan avergonzados al escucharla que terminan por agachar la cabeza, intentando utilizar el método avestruz para huir del ridículo. El  desdén de mi abuela es como poner ambrosía de aliño en los platos, ella siempre es un punto de diversión ante el constante aburrimiento de la rutina familiar.

Otra de las características de la psicopatía, o eso dicen, es la necesidad de estímulos por una frecuente tendencia al aburrimiento.

No entiendo cómo Claude puede ver cosas así, en serio, siento que mi cerebro está declarándome la guerra por hacerle esta putada. Pero bueno, tampoco se puede esperar mucho de un tío cuya novia dice que Princesa por sorpresa es la peli de su vida teniendo ya sus veinticinco tacos. En serio, escúchame: Princesa por sorpresa.

—Claude, quita eso ahora mismo.

Esa es mi abuela, y ya va borracha. Ella dice que lo hace para disfrutar de su última etapa vital, yo digo que prefiere ignorar la patética realidad que la rodea. Si me gustase el alcohol seguiría su ejemplo, a veces creo que es mejor vivir todo el día desafiando a la cirrosis que soportar la mierda de siempre.

Claude la mira de reojo, no tiene narices para llevar la contraria. Tampoco creo que puedas decirle que no a una mujer octogenaria con más aguante bebiendo chupitos que tú, es como tentar a un dios o algo parecido. Vacilando un poco, Claude apaga la televisión. Mi abuela sigue observándolo como si fuese la mayor escoria del planeta, y después de incomodarse durante un rato decide levantarse y largarse a la cocina.

Yo sonrío viendo como Claude se marcha con el rabo entre las piernas. Por este tipo de cosas vale la pena tener comidas familiares.

Leí que los psicópatas se satisfacen logrando sus fines, sin importarles los medios o las consecuencias que hayan necesitado para conseguirlos.


Supongo que mi abuela es un buen medio y la humillación de Claude el fin perfecto.

1 comentario:

  1. Me ha salido una sonrillisa al leer el final.
    Has sabido mantener la curiosidad hasta el final,
    y no he comprendido hasta el último párrafo, que el posible transtorno psicópata era del hermano pequeño.
    Buen texto.

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