martes, 3 de septiembre de 2013

El dúo dinámico. 
César Maruenda Garrido.
Noviembre de 1991.

Ese mamón de Saura es un auténtico capullo integral, el muy gili ha ido corriendo el bulo por el colegio de que me gusta chuparlas y ahora medio mundo se piensa que soy maricón. Y lo soy, joder, pero no es plan de que se sepa por ahí y mucho menos por un medio metro fofo y gordo que no follaría ni con el agujero del vestuario de los tíos, ese que utilizan para ver a las chavalas cambiarse.

El tema es que ese imbécil de Saura siempre me ha tenido manía porque Carla Duarte estaba coladita por mí el año pasado, y él tiene fantasías con ella todas las noches. Y  es que Carla Duarte es una chica muy guapa, de esas que no tienen excesivas curvas pero sí muy buen tipo y una cara preciosa, y se los lleva a todos de calle. Su único problema para conmigo siempre ha sido esa horrible carencia de pene que tiene, un obstáculo insalvable entre ambos, me temo.  

Pues nada, que ahora Saura se ha enterado de que me estaba tirando a Cárdenas, el de tercero, y se ha puesto a pregonarlo por ahí. Cárdenas está jodidísimo porque su viejo es un empresario millonetis de esos y como se entere lo mismo lo quita de la herencia, y yo no soy rico ni nada de eso, pero como la loca de mi madre se entere me puedo despedir de seguir viviendo en casa. Mi madre es de los quicos esos, muy religiosa y tal, y además tiene trastorno TLP de ese y no veas lo pirada que está cuando le da la gana. Y además de loca facha. Que yo la quiero mucho, ¿eh? Que desde que el cabrón de mi padre se largó de casa siempre nos ha cuidado bien a mi hermana y a mí, pero eso no quita que se le vaya la olla cosa fina.

Me llevo el purito a la boca y aspiro con impaciencia, dando leves golpecitos al suelo con mi pié derecho. Yo solo fumo puritos  o tabaco negro, Ducados a poder ser. El tabaco rubio me sabe a mierda, es como para gente sin paladar. Saúl dice que soy el marica menos marica de la historia sin ser un camionero bruto y chabacano. Es una forma sutil de decir que no se me ve la pluma ni aunque me mires con lupa y, aun así, me visto de puta madre. Pero es que hay que ser elegantes, joder, como el Humphrey Bogart.

Humphrey Bogart era un señor, yo aspiro a ser como él pero más guapo. Porque no es por tirarme flores ni nada pero estoy bastante bien.

Como vea a Saura asomar su cabeza de zanahoria por la puerta le voy a petar y no el culo, sino su cara de malfollado. Le tengo un odio importante en estos momentos.

Me apoyo sobre el quicio de la puerta de entrada al colegio. Voy a uno de esos centros privados y bilingües para señoritos que cuestan una pasta y además son religiosos, mi madre no quería que fuese a uno laico porque eso hubiese sido muy malo para mi educación. Mi madre no tiene un puto duro, pero mi abuelo está forradísimo, si no fuese por él ahora mismo mi hermana y yo nos estaríamos comiendo los mocos en algún público de barrio marginal.

No veo a Saura aparecer, pero el que sí que llega es Saúl con sus pintas de tipo que se come el mundo.
Saúl es mi mejor amigo, y la primera persona en el mundo que supo que yo era gay. Se lo conté hace un año, cuando los dos teníamos como catorce y yo ya estaba hasta la polla de que Saúl intentase buscarme tías para perder la virginidad o me instase a ver porno lésbico de ese que a mí no me ponía una mierda pero a él siempre le ha encantado.

Saúl siempre ha sido un picaflor; mi madre dice que necesitaría como tres vidas distintas para estar con todas las tías que le gustaría, y aun así se quedaría corto. Además es un cabronazo, de esos que nunca quieres para tu hermana , tu vieja, tus primas o tus amigas, pues así. Un capullo. Su familia es como billonaria o algo así y él es el primogénito y lo heredará todo. Además está buenísimo, si no fuéramos como hermanos me pondría muy cachondo, pero después de tantos años siendo amigos pensar en él como algo más me da arcadas, sinceramente.

Se acerca a mí con sus andares elegantes y la chaqueta del uniforme colgada de su hombro, y yo miro como algunas de las tías se giran para verlo. Cómo le gusta ponerlas cachondas, disfruta que te cagas haciéndolo. Él viene con una sonrisa de suficiencia y yo me cruzo de brazos, frunciendo el ceño.

Deja de buscar polvos, tío, que estoy muy jodido le digo, él ya está enterado de la mierda de Saura.

Saúl se planta delante de mí y me mira como cansino. Es bastante más alto que yo, de hecho yo no es que mida mucho. Siempre he sido algo canijo y flacucho, y no creo que pase del metro setenta y cinco que tengo ahora. Saúl, por el contrario, ya va por el metro ochenta y subiendo, el médico le ha dicho que llegará al noventa. Es un puto gigante.

Chasquea la lengua y agita la cabeza.

Tú no te preocupes que ya está todo apañado me dice y luego sonríe con malicia.

Yo le miro sin entender.

¿Cómo que está todo apañado? Pregunto, desconcertado.

Saúl suspira, como si aquella explicación que me debe no fuese necesaria, y luego se encoje de hombros mientras me quita el purito de la mano y se lo mete en la boca. El cabrón y yo tenemos tanta confianza que se comporta siempre como un asqueroso.

Saura es una puta mierda pinchada en un palo me dice, mientras le da una calada al purito que me acaba de birlar. Cuando me comentaste ayer lo que había pasado fui a hacerle una visita y explicarle un par de cosas.

¿Qué tipo de cosas?

Siento una especie de miedo recorrerme el cuerpo, Saúl es como uno de esos mafiosos a los que interpreta siempre Robert De Niro, en plan horrible. Como tiene un dinero que te cagas y su familia es una de más más importantes del país, se las da de Vito Corleone y campa a sus anchas como quiere. Además, Saúl ni tiene vergüenza ni se corta un pelo, y si le tocan los cojones es mejor no estar muy cerca para verlo.

Vuelve a encogerse de hombros, mientras deja escapar por entre sus labios el humo blanquecino del purito.

Las que le pueden ocurrir si no deja de decir mierdas sobre mi mejor amigo, ese tipo de cosas y  luego añade, sonriente. No te preocupes, César, papá Saúl ha vuelto a salvarte ese culo partido que tienes.

¿Entonces no dirá nada? Pregunto, abriendo mucho los ojos, empiezo a sentir un alivio que te cagas.

Pues claro que no contesta él, parece algo ofendido por mis dudas, nadie se mete con mi marica favorito y luego se va por las buenas. Ese mamón de Saura casi se mea en los pantalones por lo que le dije, menudo puto tumor social. Menos mal que es un mierdecilla y ni a contestarme se atrevió, porque le tenía muchas ganas y le hubiese partido esa nariz de cerdo inmundo que tiene.

¡Joder! Exclamo, y le doy un abrazo.

Saúl se tensa y me separa, mirándome con gesto reprobatorio.

Oye, oye, habíamos quedado que lo nuestro era imposible me dice, poniéndose serio. Yo ya sé que soy irresistible para hombres y mujeres, pero tú no tienes tetas y eso abre un abismo inexpugnable entre ambos.

Vete a la puta mierda le digo, frunciendo el ceño.

El cabrón de Saúl se pasa la vida haciendo bromas de ese tipo desde que sabe que soy gay. Dice que si su mejor amigo es gay nadie le puede tachar de homófobo, así que dice cosas muy bestias y tal. Es que Saúl es de esos tíos con un humor bastante negro, de los que ven a un chino y lo llaman amarillo, pero no porque lo piense sino porque le gusta provocar a la gente. Más de una vez ha estado a punto de llevarse un par de hostias en algún bar, pero a él se la suda.

Saúl siempre dice que sólo le importan las personas a las que quiere y que el resto del mundo se la puede chupar. Dice que si a mí no me molesta que me llame marica, entonces eso es lo único válido, el resto de gays se la traen floja. Si a mí me molestase, dice, se callaría la boca. Y así con todo. Aunque Saúl siempre dice que la gente que no sabe aceptar ese tipo de bromas le parece la mierda de aburrida. Pero bueno, ya se sabe, hay quien es muy sensible.

Bueno, vamos me pasa la mano por el hombro y me mira, tirando el purito al suelo y arrastrándome hacia dentro del colegio. ¿Ves? Te abrazo, como si fuésemos novios.

Y se echa a reír. Yo lo fulmino con la mirada.

Sí, tú encima dale más pie a la gente para que piense cosas le regaño, arrugando la nariz.

Él suelta una enorme risotada, Saúl siempre se ríe como los malos de las películas para niños.

Me he encargado de que Saura haga saber a todo el mundo que eres más hetero que yo me dice. Bueno, realmente le he dejado bien clarito que si no consigue que  la gente deje de dudar de tu hombría le voy a putear hasta que les lloriquee a sus papis para que lo cambien de colegio.

Yo sonrío ladino, de puta madre entonces, y los dos nos vamos hacia clase.

Saúl es un cabrón, de esos que no amenazan en vano y cumplen lo que prometen. Si te dice que te dejará sin nariz por tal cosa, lo hará. Además, es de esos que utilizan bastante a las mujeres, y eso no me acaba de parecer muy bien. No porque sean mujeres, a mi lo de la guerra de los sexos me la pela, pero porque no me va eso de tratar así a la gente. No sé, no me molaría encontrarme con un tío como Saúl en el futuro, sería una putada muy fuerte.

Pero Saúl es un tipo con muchos matices. Con sus amigos es un santo, pero un santo a niveles de ponerle su nombre a una calle o a una diócesis o algo así. Es de esos amigos a los que llamas a las cuatro de la mañana y se levantan para ir adónde tú estés, o a los que pides ayuda y te la dan sin hacer preguntas. Saúl es el mejor amigo que cualquiera querría tener, es un puto encanto cuando quiere, la verdad. Por ejemplo, cuando mi viejo se largó yo tenía como once años y mi madre estuvo en depresión, y juntado con su trastorno eso fue una locura. Yo tuve que encargarme de mi hermana Marta, que por aquel entonces era una cagona de unos trece meses, y Saúl se prestó a ayudarme en todo. Parecíamos un matrimonio infantil y homosexual paseando a mi hermana por ahí. Saúl quiere mucho a Marta, la trata como si fuera su hija y le compra un montón de cosas y caprichos. Le compró una Barbie y un Stacy Malibú de esas que se han puesto ahora tan de moda con su coche de niña rica y todo. Y también un tocador gigante de esos rosas que anuncian en la tele y tal, con taburete y todo, la consiente que no veas.

El caso es que Saúl puede ser muy cabrón, pero volvemos a lo de antes: a él la gente en general se la trae floja, pero a las personas que se estima las trata como gente de la realeza.

Llegamos a clase y ahí, en la misma puerta, está el culo gordo de Saura que se pone blanco nada más vernos. Saúl se adelanta para decirle algo, pero yo lo detengo con el brazo. Mi amigo se encoje de hombros y se va hacia su sitio, y yo me acerco a Saura con una sonrisa maliciosa pintada en los labios.

Cuidado cuando vayas al baño, Carlitos le digo yo, en tono burlón, que el profe de Inglés me la pone durísima y siempre me gusta descargar entre clase y clase.

Él parece estar a punto de decirme algo, pero entonces mira a Saúl, que lo observa de forma amenazante, y vuelve a ponerse como la cal. Traga saliva y me mira de nuevo.

Eres un puto maricón come pollas me espeta.

Al menos me como algo, que tú los únicos higos que te metes en la boca son los que se caen de la higuera de tu chalet, so mamón.

Y dicho eso me volteo, con las manos metidas en los bolsillos, y me siento al lado de Saúl sonriéndole con suficiencia.

En realidad yo también soy un cabronazo, sólo que a mí me gusta ser el poli bueno y a Saúl el poli malo. Pero los dos somos unos capullos.


Nos llaman el dúo dinámico. 

1 comentario:

  1. Me encantó este dúo jajajaja. Es que me los imagino perfectamente a los dos, y la escena final entrando a clase es muy brutal. Esto sí es literatura juvenil y no la mierda que venden ahora.

    ¡Besos!

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