martes, 4 de junio de 2013

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Así, así, enfádate. Necesitas cabrearte, dejar que todo lo que llevas dentro se incendie y que el volcán de tus instintos entre en erupción. Rompe todo aquello que encuentres por delante, suelta todas las blasfemias e insultos que te vengan a la cabeza, cerciórate de que no todo el mundo tiene un lado bueno, porque en este mundo los peces gordos carecen de matices blancos. No odies, porque el odio es una plaga que te carcomerá hasta el último de tus pensamientos y te cegará la razón, pero desprécialo todo como ser superior que eres. Aprende a mirar por encima del hombro, porque tú eres un dios y los demás son todos mortales.

»Chico, te he visto en acción, he observado tus movimientos y he presenciado tu genialidad en directo. Eres la persona más extraordinaria que ha engendrado este mundo en milenios, eres como una esponja que absorbe cualquier tipo de sabiduría para alimentarse de ella. Eres el chico de todos los talentos, capaz de realizar cualquier cosa que se proponga. Pero así como te han expulsado de tu hogar por ser demasiado exquisito, la propia naturaleza ha hecho alarde de su miedo a lo extraordinario dotándote de una barrera inexpugnable para tu genialidad: la humildad. Posees todo lo necesario para ser el humano más grande que haya conocido la historia, la persona más inteligente que ha concebido la evolución, pero al mismo tiempo tu humildad y tu conciencia actúan como un muro de material indestructible para ello. La humildad es una máscara para los cuerpos vacíos, la conciencia una moralina para contentar al ganado y la asertividad un hándicap para la ambición.

»Desprecia, chico, desprecia con toda la fuerza de tus entrañas. Deprecia, porque solo de esa forma te percatarás de tu grandeza y de la necedad de aquellos que no son como tú. Solo despreciando podrás llegar a la conclusión de tu innegable superioridad. Créetela cuando la vislumbres, porque es un hecho indiscutible que naciste para reinar sobre todos esos infelices. Que tú, al igual que yo, perteneces al selecto grupo de humanos que adquirieron conciencia de sus capacidades cuando los demás se conformaban con ser como el resto. Desprecia, mírate al espejo y contempla lo mucho que te gustas y lo orgulloso que te sientes de ti mismo. Y una vez lo hagas, en el momento en que seas capaz de enfrentarte a tu reflejo con orgullo, entonces mira a todos aquellos a los que despreciaste y suelta una gran carcajada. Porque cuando del desprecio pases al humor, entonces estarás listo para volver al lugar del que te echaron y reclamar lo que la genética he hecho tuyo al hacer de ti una combinación perfecta. Eres grande, chico, pero yo no te ayudaré a alcanzar el límite de tu potencial hasta que no tomes conciencia de tus cualidades. 

3 comentarios:

  1. Me gusta este fragmento. Desprende fuerza y, a la vez, sugiere un proceso de aprendizaje. Dan ganas de saber más sobre ese chico con tanto potencial y el personaje que le está hablando, además de la historia en sí, por supuesto.

    ¡Besos, nos leemos!

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  2. Ojalá pudiera presenciar el momento en el que se dé cuenta de lo mucho que vale. Debe ser un espectáculo extraordinario contemplar su rostro en ese preciso instante.

    (sonrisa de elefante)

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  3. Estas palabras seguramente harán grande a ese chico. Se dará cuenta de todo lo que vale, de todo lo que pisa al andar por su mera presencia ante los demás. Seguramente, se dará cuenta de que él es mejor que aquel que solo sabe hundir. Esa grandeza hará que sus cualidades por fin se aprecien en este mundo de demasiados mortales infectados de supremacía infantil e hipócrita.

    Porque la realidad es que hay muchos dioses aplastados, y este chico seguramente sea uno de ellos. Ojalá se dé cuenta y su humildad le permita enorgullecerse de lo que es, de lo que vale.

    (Un abrazo).

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