sábado, 13 de abril de 2013

4- Crueldad:


¡Estás loco!
Lauren, su sobrino, el hijo mediano de su hermana Tiffany siempre había tenido un carácter bastante combativo. Se parecía a su madre en ese aspecto, quizá por aquella misma razón ambos se llevaban a matar cada dos por tres. Ahora estaba echando humo, plantado en su despacho y acusándolo con la mirada. Darius ni siquiera se había dignado a alzar la vista de su ordenador portátil, tenía demasiado que hacer como para ir perdiendo su tiempo en un crío de veintidós años.
Lauren, pide cita y ya hablaremos.
¡Y una mierda! insistió, frenético. Desprendía ira por cada uno de sus gestos. ¡Has hecho que despidan a Celia!
He hecho que se deshagan de un lastre para la empresa  alzó sus ojos negros durante una fracción de segundo y luego posó su vista de nuevo en la pantalla. Ni siquiera me consultasteis que la ibais a contratar. Sabes que eso no me gusta nada.
¿Desde cuándo tu supervisas el personal de la empresa de moda? Inquirió el joven, frunciendo el ceño.
Lauren se parecía un poco a Rogue físicamente. Su pelo era negro, sus ojos grandes y muy azules y tenía una mandíbula cuadrada que le daba un aspecto bastante varonil. Era guapo, y poseía un aspecto descuidado que le incrementaba el atractivo. Aparentaba un par de años más de los que tenía por aquella barba de tres días que nunca se arreglaba.
Darius dejó su ordenador a un lado y cruzó los brazos encima del escritorio de su despacho. Su sobrino apenas tenía diez años menos que él, pero lo consideraba un niñato inmaduro que no sabía cómo encaminar su vida. Lauren trabajaba en la empresa de moda, adjudicada a Tiffany, en la que también estaban sus otros dos hermanos.
Lauren, si quieres conseguirle trabajo a tu polvo de todas las noches me parece muy bien, pero no metas incompetentes en mi empresa solo para asegurarte un revolcón al día. Eso no es nada profesional.
Sabes perfectamente que Celia no es ninguna incompetente replicó Lauren, apretando las mandíbulas. Acaba de volver al país y tú la as echado de casa. Es justo ofrecerle algo temporal para que pueda comer ¿no crees?
Darius alzó las cejas, impasible.
No la eché de casa puntualizó. Su padre era nuestro mayordomo, vivía con nosotros porque nos ofrecía un servicio. Ella no trabaja para nosotros, y yo no voy a alquilar gratuitamente a nadie ni a darle comida por caridad. Las buenas obras no son mi fuerte, ya deberías saberlo.
Solo la echas porque está conmigo, y lo sabes gruñó. El pálido rostro de Lauren iba enrojeciéndose por momentos, y entre toda aquella furia contenida el muchacho no se percató del brillo divertido que se asomaba por los ojos de su tío. Eres un puto clasista de mierda.
Darius alzó las cejas.
Sí, pero eso no es nuevo asintió, como si se tratase de la mayor obviedad del mundo. Lauren, algún día se te pasará ese capricho que tienes por la chica. Hasta entonces, yo no voy a subvencionarle la vida, que se la busque ella solita.
Por favor, no seas cínico le espetó, torciendo el gesto en una mueca de asco. Quieres que se largue ¿no es así? Quieres verla fuera de circulación. Incluso has sobornado a los caseros de muchos de los pisos de alquiler de la ciudad solo para que no le den hospedaje. Eres el mayor cerdo que me he echado a la cara. Mamá tiene razón, solo eres un capullo amargado.
Soy un capullo, eso es cierto asintió, con total frialdad, pero no soy un amargado. No, en absoluto, éste juego me está divirtiendo mucho. Digamos que es un buen pasatiempo para escapar del interminable trabajo que tengo a causa de la inutilidad de tu madre, tus tíos, tus hermanos y tus primos. Esa inutilidad que tengo que suplir yo encargándome de todo ¿he de  recordártelo?
Lauren fue a responder, pero Darius no le dejó.
Lauren, entiéndeme, no puedo dejar que salgas con la hija hippie de un mayordomo ¿qué imagen daría de la familia? El tono de Darius era de cinismo absoluto. Se notaba a la legua que todo aquello era una mera excusa, hablaba con un deje de burla y choteo que a Lauren no le pasó desapercibido.
El sobrino se cruzó de brazos y miró a su tío con desdén.
¿Y la boda de Cartier? Inquirió. Cuando mi hermano te soltó que era gay a ti te importó una mierda.
Los homosexuales están de moda Darius se encogió de hombros. La boda de tu hermano solo puede traernos buena publicidad.
Eres un hipócrita.
Darius soltó una carcajada, una de aquellas risotadas maliciosas, cargadas de falsedad y con un tono más que forzado. Miró a su sobrino como si le estuviese perdonando la vida y negó con la cabeza.
Lauren ¿de verdad eres tan estúpido de no entender de qué va todo esto? Preguntó el menor de los hermanos Golden, que por aquel entonces ya tenía treinta y dos años bien llevados y con una carga de maldad más que considerable. Tu madre nunca le perdonará a Cartier que sea un marica, ni a tu hermanita que haya salido estúpida. Eres su hijo favorito, y no creas que no se que llevas colado por esa niñata de Celia desde que eras un adolescente. Si Celia se hunde, tú te hundes. Y si tú te hundes…
Eres repugnante escupió Lauren, frunciendo el ceño. Su mirada era una mezcla entre decepción, enfado y verdadero asco. Miraba a su tío como si estuviese viendo un vómito o algo realmente desagradable.
No, mi querido sobrino Darius esbozó una media sonrisa cargada de maldad. Soy el peor enemigo con el que te vas a topar. No tientes a tu suerte, si quieres seguir saliendo con ese chucho de comuna con aires de grandeza, entonces adelante. El juego seguirá, yo me divertiré, tu noviecita sufrirá, tú estarás muy mal y tu madre se desesperará. La vida es un juego peligroso, Lauren, y si no sabes saltarte las reglas será mejor que dejes de jugar antes de que se carguen todas tus fichas. 

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