lunes, 22 de mayo de 2017

yo buscaba un amor como el tango y tú algo de música experimental

El estío sabe a brisa marina, cinco helados por día y una vieja guajira que suena los domingos por la mañana. Trae consigo cañas de pescar, noches que no terminan de cerrarse, calles desiertas, amigos que no están. Lo mata un tango de Gardel que trae consigo los resquicios de una infancia perdida entre zapatos a cuadros de ajedrez y un olor a vainilla que se te incrusta en la garganta. Tardes de cine perdidas, calles iluminadas, días que apenas llegan a nacer. Me pregunto si entre la vieja canción de Sabina que trae al invierno consigo, tú podrás escuchar la selección de boleros que enciende la primavera o preferirás esa vieja movida post rock. Si al final yo no seré demasiado de Chavela Vargas y tú muy de Björk. A veces pienso que éramos un poco así, yo tenía trompetas y timbales provocando tormentas en mi pecho, tú eras mucha puesta en escena y poco incendio interior. Yo era el frío que por dentro se quema, tú la chispa que no prende por falta de combustión. Entre mis costillas resonaban las caderas  que se desencajan en un baile infinito, en tu sonrisa se entreveía el vacío de lo que nunca será escrito. Supongo que es una cuestión de selección musical, de notas sin armonía. Puede que lo sucedido no fuese más que un par de compases a distintos tiempos. 

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