martes, 30 de mayo de 2017

ya han pasado los 27 días, pero todavía no llego a las 500 noches

He dejado de sangrar, ahora solo queda el vacío de la pérdida. Como el lisiado que todavía siente el miembro que perdió, yo noto un vacío aquí dentro, un agujero que antes estuvo lleno, algo que ardió creando cicatrices que gritan, tirantes. Estás en cada fibra de mi piel que quemaste, en todas las expectativas que cultivaste. Estás en los gemidos que le regalo a otros, en el fondo de un vaso de ginebra, en el aire cálido de un estío sin tu nombre. Estás en las esquinas de las calles, en un cartel decolorado por el sol. En una ciudad con mar, en una tristeza esquiva y un edificio de color rojo ladrillo. En aquel bar entre cumbias y jazz, en un rincón escondido de un portal cualquiera. En un antiguo amigo. Estás en las escaleras de un mercado modernista, en una tienda que cerró, en unas plataformas negras. En esa película musical, en las canciones que hablan de sueños y triunfo. Estás en un viejo espejo estrecho, en la humedad de una casa cerrada, en el plástico de un cojín sin estrenar. Estás en las esperas, en las tardes que se oscurecen  a golpe de cerveza, en las noches de risas sin alegría. Estás en el llanto, en la soledad de una madrugada otoñal, en el cambio del tiempo, en una ciudad con estrellas y números de claqué. Estás en ese agujero que abriste en mi pecho, a quemarropa, sin piedad. Estás en las ramas que disimulaban el hueco y tú arrancaste de cuajo, en la amargura de la espera, la sensación agridulce del tal vez. Estás pero no, eres un brazo que no puedo usar pero siento igualmente, un dolor que ya no sucede pero todavía permanece. Eres la estrella que se apagó hace un millón de años pero todavía puede verse desde aquí. Eres la sangre que está sin brotar, el recuerdo de que un día hubo un corazón que latió. Me pregunto si alguna vez alguien volverá a sacármelo tan rápido del pecho, a robármelo sin que me dé cuenta, a dejarlo tirado como si nada en medio de una cuneta. Quizás entonces pueda sangrar de nuevo, porque tú me has dejado seca. 

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